LA DECISIÓN
Corría el año 2002, el senderismo me ayudaba a encontrar la paz y a quitarme el estress que, por aquel entonces, el trabajo que realizaba me agobiaba y me inquietaba.
Pertenecía a un grupo de senderistas y todos los fines de semana hacíamos excursiones llenas de encanto y de interés, aquel fin de semana nos llevaron a ver los castaños centenarios que se encontraban en una población del Valle del Jerte llamada Casas del Castañar, era normal que aquella población de, aproximadamente, 500 habitantes luciera el nombre de aquel fruto tan interesante que salía de unos árboles majestuosos y que alguno de ellos tenían un tronco que llegaba a medir mas de 4 metros de diámetro y que algún castaño podía superar los 700 años.
Quedé impresionada de aquella belleza y al medio día, cuando iba comiendo un bocata de un riquísimo jamón ibérico, recorrí el pueblo de Casas del Castañar, había decidido comprarme una casa en aquel pueblo.