EL PENSAMIENTO

Los siguientes días transcurrieron en calma mis pensamientos estaban puestos en aquella preciosa casa rural Valle del Jerte, no olvidaba el rostro amable de la señora que me había vendido la casa su nombre era Antonia, sabía que tenía que acostumbrarme, en aquel pueblo, a sus códigos de comportamiento, yo había nacido, criada y educada en Madrid, se suponía que mi mentalidad era más abierta, por tanto no debía mostrarme muy extrovertida hasta que el pueblo me conociera y empatizara conmigo.

También me pareció de gran amabilidad cuando un grupo de mujeres del pueblo me iban mostrando y diciéndome el nombre de los propietarios de todas las casas que estaban en venta, hasta llegar a la de Antonia, iban conmigo como si hubieran encontrado algo valioso que debían de cuidar, llenándomelos de regalos y alabanzas , me ofrecieron perrunillas, dulce típico de la zona, me cantaron canciones extremeñas y me esperaban en la puerta de cada casa hasta que yo acababa de verla, me sentía alagada con el trato. Si no hubiera adquirido la vivienda siempre llevaría en mis pensamientos aquel día de mi visita a la casa rural Valle del Jerte .